Justo cuando sientes que la vida lleva el rumbo que querías se ha detenido.
Han pasado de ser días especiales a rutinarios.
La magia que antes te acompañaba se esfumo.
Lo que creías que estaba bien ahora no parece estarlo.
Todo ha cambiado de nuevo... y no es un nuevo comienzo que tú buscarás, pero parece que la vida te esta obligando.
Parece que llegar al cuarto de edad, cambia las cosas.
Simplemente pareciera que todo se acomoda en su lugar y que esto se ve aún más influenciado por el tiempo, tus actividades y quienes te acompañan.
Entiendes que el camino es solitario y los pocos que te acompañan valen oro. Que una pareja no es necesaria, pero si la hay, ayuda mucho.
Los amigos que creías estarían siempre, no saben mucho de ti y tú mucho menos.
No es desinterés pero cambiaste las prioridades.
Entendiste que la vida se trata de sonreír más y amargarte menos.
En la simplicidad y que ahora lo agobiante se ve mejor de lejos.
La vida adulta a veces suena y se mira como un astuto problema, y digo astuto porque encontrar soluciones es más difícil, la mente se cierra y se ahoga en un vaso de agua. Descubre que es más fácil mantenerse en lo cotidiano que romper tus propias reglas.
Sin embargo es solo miedo a la aventura.
Ojalá el miedo dejase de existir pero es lo que nos hace un poco más humanos y, nos ayuda a progresar.
Me ahogué por un momento en este vaso del que les habló y lo que le dio solución a mis días fue desconectarme. Alejarme de gente que no me beneficiaba, olvidar la banalidad de redes sociales, incluso poner un stop a mi presión escolar sobrevivir con lo básico sin matarme.
Descubrí en su lugar cosas que habían dejado de gustarme como bailar, volví a conectar con amigos que tenía tiempo de no ver, me volví más empatica y volví a notar en la mirada de quienes me rodean los sentimientos.
A veces pausar algo en la vida es simplemente la manera más práctica para volver al fondo y recuperar aquello que en esencia te pertenece.
ASÍ QUE... COMING BACK!!!!